domingo, 14 de febrero de 2010

SIRENAS

























sirenas
Las sirenas son criaturas míticas que supuestamente viven en los mares del mundo. Su mitad superior luce como una bella mujer de pelo largo y, de la cintura para abajo, tienen el cuerpo de un pez.
Los marineros y pescadores han contado historias de haber visto sirenas durante siglos; las primeras observaciones fueron hechas en Asiria, alrededor del año 1000 aC. La imagen popular de una sirena es sentada en una roca, admirando su belleza en un espejo.
Algunas sirenas eran criaturas bondadosas, y les concedían los deseos a los marineros que las ayudaban. Pero demasiados navegantes viendo a una sirena significaba mala suerte, un presagio de tormenta o un naufragio. También existen los cuentos de las canciones encantadoras de las sirenas, atrayendo a los marineros sobre las rocas, donde sus barcos se rompían en pedazos.
Origen de las Sirenas
En la mitología griega, las sirenas (plural griego: Seirênes) eran tres peligrosas mujeres-pájaro, retratadas como seductoras, que vivieron en una isla llamada Sirenum Scopuli.
Más tarde, las tradiciones identificaron la geografía de esta isla con los floridos islotes de Anthemoessa, Anthemusa, el Cabo Pelorum, las islas de Sirenusian cerca de Paestum o de Capreae. Todas estas localizaciones están rodeadas por acantilados y rocas.
Los marineros que navegaban cerca de estos lugares escuchaban su música encantadora –que eran las voces de las sirenas– y naufragaban inevitablemente en las costas rocosas.
Aunque engañaban a los marineros, las sirenas no eran deidades marinas.
Estas mujeres mitológicas son consideradas hijas del dios del río llamado Achelous, padre de Terpsícore, Melpomene, Sterope o Chthon y la Tierra, tal como escribe Eurípides en su obra dramática Helena. Allí, Helena, angustiada, las llama “mujeres aladas, vírgenes, hijas de la Tierra”.
Sin embargo, los escritores romanos relacionaron a las sirenas, ante todo, con el mar. Las llamaron “hijas de Forcis”. Homero no agrega ningún dato sobre su origen o nombres; sólo menciona dos sirenas en la Odisea.
Escritores tardíos sí mencionan sus nombres y número: tres sirenas llamadas Peisinoe, Aglaope, y Thelxiepeia, o una tríada bautizada como Parthenope, Ligeia, y Leucosia. Por su parte, Eustathius indica que eran dos, Aglaopheme y Thelxiepeia.
Su número varía según los relatos mitológicos o dramáticos. Por lo general, son entre dos y cinco, y sus nombres suelen ser Thelxiepeia/Thelxiope/Thelxinoe, Molpe, Aglaophonos/Aglaope, Pisinoe/Peisinoë, Parthenope, Ligeia, Leucosia, Raidne y Teles.
Según Ovidio (Metamorfosis V, 551), las sirenas eran la compañía de la joven diosa Perséfone. Sus alas eran un regalo de la deidad Demeter para poder buscar a Perséfone cuando la secuestraron. Su canción seductora es una invitación permanente a la aparición de esta última.
El término "canción de las sirenas" alude a una súplica difícil de resistir. Si no se está precavido, se puede caer en la tentación, y esta falta de atención conducirá a un mal resultado.
Escritores tardíos han deducido que las sirenas eran antropófagas (caníbales) en base a las descripciones de Circe, quien se pasea por los prados entre montones de cadáveres descomponiéndose, pedazos de piel y huesos diseminados por doquier.
Por su parte, Jane Ellen Harrison cree que es extraño y hermoso que Homero transforme a las sirenas en seres afines a los espíritus y no a la carne, teniendo en cuenta la canción de las sirenas que prometen a Ulises la revelación de verdades con la falsa promesa de decírselas. Ellas cantan:
"Una vez que oigas el contenido de sus corazones te convertirás en un hombre más sabio. Sabemos todos los dolores que los griegos y los troyanos soportaron. ¡Nosotras sabemos todo!”
Son criaturas proféticas como la esfinge, con quien comparten muchos elementos afines. Harrison ha observado que su canción tiene el efecto de una melodía capaz de tranquilizar a los vientos. Pero el desenlace de la canción es, inevitablemente, la muerte.
Pero que la carne de los marineros se esté descomponiendo cerca de ellas no es indicio de que se los haya comido.
Otras interpretaciones indican que, cuando sus plumas fueron robadas, la naturaleza divina de las sirenas las mantuvo vivas, pero como eran incapaces de prever sus visitantes éstos murieron de hambre porque rechazaron irse.
Las sirenas, como las arpías, condensan cualidades de las mujeres y de los pájaros. En el arte griego temprano, las sirenas fueron representadas como aves dotadas de grandes cabezas femeninas, plumas de pájaro y pies con escamas. Otras veces, se las representaban con melenas de león.
Más adelante se retrataron como figuras femeninas con piernas de pájaro, con o sin alas, que tocaban variados instrumentos musicales, especialmente arpas.
Una enciclopedia bizantina describe los pechos de las sirenas con formas de gorriones o afirma que estos seres mitológicos eran pequeños pájaros con caras de mujeres. La comparación con los pájaros, además, surge por sus hermosas voces características.
Pero las últimas versiones pictóricas de sirenas las muestran como damas seductoras, de hermosa apariencia física.
El hecho es que en español, francés, italiano, polaco, rumano o portugués, la palabra para mermaid es respectivamente Sirena, Sirène, Sirena, Syrena, sirena y Sereia.
Esta falta de diferenciación (que sí conserva el inglés) genera confusión visual para la representación de las sirenas que en inglés aluden a “mermaids” (mujeres-peces).
Durante el siglo primero, el historiador romano Plinio el Viejo creía que las sirenas eran pura fábula “aunque Dinon, el padre de Clearchus, un escritor reconocido, afirme que existen en la India y que encantan a los hombres con sus canciones, primero calmándolos para dormirlos y luego desmembrándolos cruelmente”.
En sus anotaciones, Leonardo da Vinci menciona la existencia de sirenas. También en 1917 Franz Kafka escribió acerca del “Silencio de las sirenas”.
Una supuesta sirena proveniente de Canosa, un sitio de Apulia (que por entonces era parte de la Magna Grecia) acompañaba a los difuntos durante los entierros, para conducirlos en el viaje hacia su vida futura.
Se han hallado figuras de terracota con rastros de un pigmento blanco, original, que revela una mujer con patas, alas y cola de pájaro. La misma se conserva en el Museo Arqueológico Nacional de España, situado en Madrid.
En Argonautica, Jasón había sido advertido por Chiron de que Orfeo sería necesario durante su viaje. Y así fue. Cuando Orfeo oyó las peligrosas voces de las sirenas tomó su lira y tocó la música más maravillosa que conocía, para aplacar esos acordes mortíferos.
Sin embargo, uno de los tripulantes –el sagaz héroe Butes– oyó la canción y se tiró al mar. Afortunadamente, fue rescatado por la diosa Afrodita.
Ulises (u Odiseo) sentía curiosidad acerca de la melodía de las sirenas, así que –siguiendo el consejo de Circe– hizo que todos sus marineros se taparan los oídos con cera de abejas. Pero pidió que a él lo ataran al mástil de la embarcación.
Luego ordenó a sus hombres que lo dejaran atado al mástil sin importar cuánto rogara su liberación. Cuando oyó las preciosas melodías se retractó, diciendo que lo soltaran, pero sus súbditos no hicieron caso a sus reclamos (porque acataron la orden inicial o porque no lo oían).
Algunos autores post-homéricos indican que las sirenas estaban predestinadas a morir si alguien escuchaba su canto y lograba escapar. Por eso, tras la resistencia inducida de Ulises, se suicidaron contra las rocas.
Una tradición asocia este acontecimiento a su encuentro con Jasón, aunque el incidente no aparece en la Argonautica, de Apolonio de Rodas.
También se ha dicho que Hera, la reina de las divinidades olímpicas, persuadió a las sirenas de entrar en una competencia de cantos con las musas. Como estas últimas ganaron el certamen, las sirenas perdieron sus plumas, que fueron utilizadas para elaborar las coronas de las vencedoras.
La imagen popular de las sirenas ha sido reproducida en incontables esculturas, grabados y otras obras de arte a lo largo de la historia. Cabe mencionar los cuadros de John William Waterhouse.
Una sirena (mermaid en inglés, derivada de la conjunción de “mer”, arcaísmo de mar, y “maid”, yegua) se trata de una criatura acuática legendaria a la que habitualmente se la representa con la cabeza y el torso de la hembra humana, y la cola de un pescado.
La versión masculina de una mermaid se llama merman en inglés. Varias culturas a través del mundo tienen figuras similares.
Se dicen que, en vez de matarlos, las sirenas llevan a los hombres a vivir bajo sus reinos subacuáticos. Existen distintas versiones, claro está. Literarias y mitológicas.
Pero claro esta que las supuestas sirenas que son ilustradas como mitad mujer mitad pez en realidad se tratan de otras criaturas de la mitología irlandesa conocidas como merrows, también se conocen como selkies pero de eso hablara la siguiente entrada

sábado, 6 de febrero de 2010


GNOMOS


Según las antiguas mitologías del Norte de Europa y ciertas doctrinas cabalísticas, los gnomos son cada uno de los enanos fantásticos o genios elementales de la Tierra, en cuyas entrañas moran trabajando en las minas custodiando los tesoros subterráneos y cuidando de los metales y piedras preciosas. El vocablo gnomo fue utilizado por el alquimista suizo Paracelso en su liber de nymphis, sylphis, pygmaeis et salamdris, et de caeteribues spiritibus, publicada en 1566. Su etimología no está clara procediendo para algunos de una mala traducción del latín medieval gnomus y del verbo griego que significa conocer. Para otros, sin embargo, derivaría del griego genomós que quiere decir terrestre.
Los gnomos forman un pueblo sobrenatural de seres muy pequeños e invisibles, dotados de singular astucia que nació de la fantasía de los visionarios hebreos llamados cabalistas. Los gnomos poseían la presciencia, conocían los secretos de la Tierra y eran el alma de ésta. Los autores de tan maravillosa doctrina aseguraban que el Aire, la Tierra, el Agua y el Fuego se agitaban merced a los seres invisibles que animaban estos elementos. Según los cabalistas, Dios asignó el imperio del fuego a la salamandra, el del aire a los silfos, el del agua a las ondinas y el de la Tierra, no en la superficie sino en el interior, a los gnomos. Estos moraban en las fisuras metálicas del globo, en el interior de las grutas, llenas de estalactitas de maravilloso efecto. Eran los guardianes de las minas de oro y plata. Los gnomos, aunque no pertenecen propiamente a la Mitología sino a la superstición, recuerdan a los telquines y a los cabiros, genios que representan el trabajo en los metales adorados por los griegos en localidades de naturaleza volcánica. Sin embargo, los mitólogos nada han dicho hasta ahora que sepamos de que pudiese haber relación entre esos personajes míticos de Grecia y los gnomos. Estos se repartieron con la filosofía pitagórica cabalística por todo el globo y aunque sufrieron varias modificaciones, según que se fueron acomodando a las distintas naturalezas de los pueblos, siempre conservaron el carácter de dueños del imperio de la Tierra y de guardianes de sus minas. La estatura de estos pequeños genios iba en progresión descendente hasta la más diminuta.
Etimología
Todo comienza cuando un nórdico de Suecia llamado Frederik Ugarph encuentra una escultura de madera en la casa de un pescador pobre en noruega en el año 1200. Frederik Ugarph consigue comprar la escultura, esta escultura era de una madera muy dura (de hecho más fuerte que el roble), esta estatua medía 15 centímetros sin contar con el pedestal y en el pedestal estaba escrito: "NISSE, RIKTIG STORRELSE" que se significa: Gnomo, estatura real.
Existen diferentes tipos de gnomos, están los gnomos de la casa, de los desiertos, los gnomos siberianos, los gnomos de los jardines, los gnomos de la granja, el gnomo de los bosques (el más común) y el gnomo de las selvas, cada uno de ellos tiene las características que se detallan a continuación:
Gnomo del bosque: Es el gnomo más común. Vive en los bosques ayudando a todos los animales, usa una túnica que le llega hasta los rodillas de color azul, un pantalón azul con tirantes y un gorro rojo grande y puntiagudo, que nunca se quitan, ya que sin gorro no es un gnomo, ellos mismos lo dicen. La gnomo usa una túnica que le llega hasta la cintura de colores verde con blanco, una falda de color verde y un gorro verde grande y puntiagudo, si se casan usan un pañuelo que le cubre el pelo, si no están casadas usan el pelo suelto.el gnomo y la gnomo siempre están felices, y son hermosos.
Gnomo de los desiertos: Es igual al gnomo de los bosques, con la diferencia de que es un poco más alto y los colores son más claros.
Gnomo siberiano: Es el más alto de entre los gnomos, usan ropas abrigadas y son más malhumorados.
Gnomo de la selva: Este gnomo es el más pequeño, tiene la piel tostada y está semidesnudo por el calor, usan un arco y flecha para alcanzar las frutas de los árboles.
Gnomo de la granja: Igual al gnomo del bosque, ayuda a los animales de la granja
Gnomo de los jardines: Ayuda a crecer las plantas, igual al gnomo del bosque.
Gnomo de las casas: Igual al gnomo de los bosques, le gusta vivir en casas grandes y amplias, prefiere los sótanos donde es tranquilo; repara todo lo roto.
Probablemente la palabra «gnomo» procede de una simple mala traducción en la que se unen la raíz del latín medieval «gnomus» y el verbo griego «conocer». También se deriva o es una equivocada traducción de una palabra griega que significa «del, o procedente del mar», podría muy bien pensarse que significaba «de la tierra». De todos modos, el nombre resultante se empleó probablemente referido a una raza de gente menuda que se encuentra en las más remotas regiones del Hemisferio Boreal y singularmente en los Cárpatos. Estas gentes, hace ya muchos siglos, solían minar las canteras rocosas de las montañas, y de ahí que la leyenda popular pudiera decir que de ellas que, en realidad, habitaban en las entrañas de la tierra más bien que a la manera de los enanos o los aldaboneros. También se dice que estaban íntimamente relacionados con los lugares donde hay metales y piedras preciosas (¿de ahí la raíz griega que indica conocimiento?). Sin embargo, los antropólogos no hallan fundamento en las sugerencias de que estas gentes no hubieran podido pertenecer a nuestra raza. En los restos arqueológicos se han encontrado huesos de seres humanos y de animales, varios recipientes de cerámica y cristal, herramientas de metal, fragmentos de cuero y fibra, también piedras carbonizadas que se supone que han sido utilizadas en el fuego o alrededor de él. En otros lugares, se sabe también que una raza de «gente menuda», de pequeña estatura, habitaba en las cuevas que se abren a lo largo del Mediterráneo, en el sur de España, hubo una vez una familia de gnomos que se fue de paseo a unas cuevas, el paseo duro más de lo esperado para los gnomos, ya que se perdieron, perderse no fue ningún problema para ellos, luego de un tiempo salieron y volvieron a su vida normal bajo un árbol, (los gnomos viven bajo árboles). Este ha sido el único caso de un gnomo del los últimos años que ha vivido en cuevas. La existencia de estas gentes moradoras de las cavernas muy bien pudiera haber dado lugar a las historias de «gnomos». Sin embargo, es probable que la teoría más verosímil sea la de que la palabra «gnomo» vino a ser empleada en el idioma inglés a través de los escritos de Paracelso, el alquimista suizo del Siglo XVI. A Paracelso se le ha considerado diversamente como un sabio, un mago y un pícaro, pero evidentemente al hombre no le cabía duda sobre sus facultades, pues que se llamaba a sí mismo Paracelso para proclamar su superioridad sobre Aulius Cornelius Celsus, el célebre autor de De medicina.
Una de las obras de Paracelso se titula Liber de numphis, sylphis, pygmaeis et salamandris et caeteribus spiritibus, y en ella expone la teoría de la existencia de cuatro seres espirituales: los silfos del aire, las salamandras del fuego, las ninfas del agua y los pigmeos de la tierra. Como escribía en latín, también denominaba a los pigmeos «gnomi», cuyo singular es «gnomus». Los «gnomo» de Paracelso podían desplazarse libremente por la tierra como los peces por el agua o los pájaros y animales terrestres por el aire. Sin embargo, se desconoce si él mismo creó la palabra «gnomo» o sencillamente la tomó de los escritos de un autor anterior.

La comunidad de los gnomos
El gnomo siempre ha sido bueno y siempre lo será, nunca ha sido travieso y nunca lo será, el gnomo de hoy en en día es muy bueno ya que ayuda a los humanos aunque no les gusten. El gnomo es hermoso y desde siempre lo ha sido. Su mujer, la gnomo, es del mismo tamaño que su esposo y es hermosa: una dulce sonrisa mantiene siempre abierta en su boca pequeña, su voz recuerda al sonido sutil de las cuerdas de un arpa; su vestido ofrecía mil reflejos y aumentaba su esplendor. Los gnomos ayudan todos los animales del bosque, los gnomos son muy buenos.
Los gnomos y la filosofía
Por otra parte, tenemos que el pueblo de los gnomos se acomoda al sistema de Descartes en cuanto a la inteligencia de los brutos. Según dicho filósofo, la vida, la facultad de moverse y trasladarse de un punto a otro y hasta los mismos apetitos de los animales no son otra cosa que el efecto de una actividad que se agita por cierto tiempo como un reloj insensible. De igual modo, los cabalistas pretendían que todas las bestias, desde el mastodonte hasta los seres microscópicos estaban animados por gnomos. De aquí que el cartesianismo dijera que en cada árbol, en cada planta, en cada flor vivía un gnomo y que cuando un vegetal moría era porque el gnomo se había ido de él. Cada gnomo se hacía, según su preferencia, elefante, cóndor, pájaro, mosca, etc.
Los gnomos y la música
Además de un extraordinario oído musical lo gnomos fabrican sus propios instrumentos musicales inimaginables, tampoco desdeñan algunos de los humanos si no que los hacen a su manera. Estos son algunos ejemplos de sus instrumentos preferidos: el violín de ocho cuerdas, la flauta travesera, el timpal (una especie de pandero con sonajas), el corno francés, el birimbao (un instrumento que usa la cavidad bucal como caja de resonancia), la krotta, un arpa manual con que acompañan sus canciones.
Cuentos populares
Es tradicional que los gnomos hagan acto de presencia en los cuentos populares. Por ejemplo, en el cuento Riquete, el del copete, una princesa encuentra en el bosque al rey de los gnomos Riquete. Al regresar al mismo sitio, oyó bajo sus pies ruido de preparativos, la tierra se abrió y pudo contemplar a los gnomos que preparaban el banquete con su poco agraciado rey. No podemos olvidar tampoco los siete enanos de Blancanieves. También se atribuía a los gnomos una gran afición a las ciencias mágicas y a la adivinación. Así lo reflejan numerosos cuentos en los que un enano propone una adivinanza: averiguar su nombre, por ejemplo, en el cuento de Rumpelstilzchen.