viernes, 22 de enero de 2010


Hombres-lobo, también conocidos como licántropos, son personajes mitológicos que poseen la habilidad de transformarse en lobo, ya sea por voluntad propia gracias al uso de la magia, o por estar bajo el efecto de una maldición. El cronista medieval Gervase de Tilbury asoció la transformación con la aparición de la luna llena; sin embargo, existe evidencia de que la asociación ya existía entre los antiguos griegos, donde aparece testimoniada en los escritos de Petronio. Este concepto raramente era asociado con el de hombre lobo hasta que la idea fue tomada por los escritores de ficción.
Transformaciones similares a la de los hombres lobo son comunes en cuentos de todo el mundo, aunque la mayoría de ellas involucran otras formas animales.
Los hombres lobo son tema frecuente de obras modernas de ficción y películas, aunque a los hombres lobo ficticios se les atribuyen otras características distintas de las de aquellos que aparecen en los cuentos folclóricos, sobre todo la vulnerabilidad a las balas de plata.

Orígenes de los hombres lobos
Muchos autores piensan que las leyendas de los hombres lobo y los vampiros pueden haber sido usadas para explicar asesinatos seriales en épocas de oscurantismo. Esta teoría ganó credibilidad gracias a la tendencia de algunos asesinos seriales modernos de caer en prácticas comúnmente asociadas con hombres lobo, como canibalismo, mutilación, y ataques cíclicos. La idea (aunque no la terminología), fue bien explorada en la obra seminal de Sabine Baring-Gould El libro de los Hombres lobos.
Una reciente teoría se propuso para explicar los episodios relacionados con hombres lobo en Europa durante los siglos XVIII y XIX. El Ergot, que causa una forma de enfermedad producida por un alimento contaminado, es un hongo que crece en cultivos de centeno durante las temporadas de cosecha luego de inviernos muy fríos. El envenenamiento por Ergot generalmente afecta pueblos enteros o a las partes pobres de los pueblos, dando como resultado alucinaciones y convulsiones (el LSD alucinógeno originariamente derivaba del Ergot). El envenenamiento por Ergot fue propuesto como causa de la creencia individual de que uno es un hombre lobo y de que todo el pueblo crea que vio a uno. Esta teoría, sin embargo, es controversial y no fue ampliamente aceptada.
Algunos investigadores modernos intentaron usar enfermedades como la rabia, la hypertrichosis (crecimiento excesivo del cabello en todo el cuerpo) o la porphyria (un desorden enzimático cuyos síntomas incluyen alucinaciones y paranoia) para explicar las creencias en estas criaturas. La porphyria erythropoietic posee características clínicas que incluyen manos y cara peludas, piel poco saludable, orina rosada, color rojizo en los dientes, y fotosensitividad, que hace que los enfermos solo puedan salir de noche.
También hay un desorden mental poco común llamado licantropía, en la cual la persona afectada tiene la creencia ilusoria de que ella o él son, o tienen la capacidad de transformarse en otro animal, pero no necesariamente en un lobo. Los mitos de licantropía sobrenatural pudieron tener sus orígenes que los relatos de las experiencias de las personas que quizás sufrieron este trastorno psicótico.
Otros creen que las leyendas de los hombres lobo estuvieron inspiradas en parte por el chamanismo y los animales totémicos de las culturas primitivas basadas en la naturaleza.

Etimología de la palabra “Werewolf”
La palabra Werewolf (“hombre lobo” en inglés) deriva probablemente del Antiguo Inglés wer (o were) y de Wulf. La primera parte, wer, se traduce como ‘hombre’ (en el sentido de hombre masculino, no de raza o humanidad). Tiene palabras de la misma familia en varios dialectos alemanes, incluyendo el gótico wair, el antiguo alemán alto wer, y el antiguo nórdico verr, así como en otros idiomas indoeuropeos, como el latín vir, el irlandés fear, el lituano vyras, y el galés gwr, que tiene el mismo significado. La segunda parte, wulf, es el antepasado de la palabra del inglés moderno ‘wolf’; en algunos casos también tuvo el significado general de ‘bestia’. Una etimología alternativa deriva de la primera parte desde el Antiguo Inglés weri (to wear); la forma completa en este caso sería glosada como wearer of Wolf skin (usuario de piel de lobo). Relacionado con esta interpretación está el antiguo nórdico ulfhednar, que denota equivalentes lupinos del berseker, aquel que usaba piel de oso en batalla.
Otras fuentes derivan la palabra de warg-wolf, donde warg (más tarde werg o wero) está emparentada con el antiguo nórdico vargr, que significa ‘granuja’ ‘forajido’ o, eufemísticamente, ‘lobo’. Un vargulf era el tipo de lobo que mataba varios miembros de un rebaño pero comía poco de lo que mataba. Esto era un grave problema para los pastores, quienes tenían que destruir de alguna manera la plaga de lobos antes de que destruyera el rebaño entero. Los pastores a menudo colgaban la piel del lobo en la habitación de un niño, creyendo que le daría al bebé poderes sobrenaturales. El término warg fue usado en el Antiguo Inglés para este tipo de lobo y para lo que hoy sería calificado como asesino serial. Posiblemente relacionado está el hecho de que, en la sociedad escandinava, un forajido (que podía ser asesinado sin repercusiones legales y no podía recibir ayuda) era llamado generalmente vargr, o ‘wolf’ (lobo).

Hombres Lobos y la Literatura:

Literatura clásica:

En la mitología griega, la historia de Lycaon da uno de los ejemplos más antiguos de la leyenda sobre hombres lobo. Según una de las versiones, Lycaon había sido transformado en un lobo como resultado de la ingesta de carne humana; uno de los que estaban presentes en el sacrificio periódico en el Monte Lycaeon parece haber sufrido la misma suerte.

Herodoto en sus Historias nos cuenta que los Neuri, una tribu que él ubica al noreste de Scythia, se transformaban durante unos días al año, y Virgilio conoce con familiaridad la transformación de los seres humanos en lobos.

El estudioso romano Plinio el Viejo, citando a Euanthes, cuenta que un hombre de la familia de Anthius había sido elegido entre muchos para que lo llevaran al lago en Arcadia, donde colgó sus vestimentas en un árbol de cenizas y nadó a través de él, lo que dio como resultado su transformación en lobo, forma que mantuvo durante nueves años. Bajo la condición de que no atacara a ningún ser humano en esos nueve años, sería liberado para que nadara de vuelta y volviera a su forma humana.

En la obra latina de prosa, el Satiricón, escrita alrededor del 60 A. de C. por Petronio, uno de los personajes, Niceros, cuenta una historia en un banquete acerca de un amigo que se convierte en lobo.

Describe el incidente de la siguiente manera: ‘Cuando busqué a mi amigo vi que se había desnudado y apilado sus vestimentas en el borde del camino…orinó en círculo alrededor de sus ropas y entonces, de repente, se convirtió en un lobo…luego de que se transformó en lobo comenzó a aullar y entonces se fue corriendo hacia los bosques’.

Hombres lobos en las culturas europeas

Muchos países y culturas europeas tienen historias de hombres lobo, incluyendo a Francia (loup-garou), Albania (oik), Grecia (lycanthropos), España, México (hombres lobo), Bulgaria (valkolak), Turquía (kurtadam), República Checha/Eslovaquia (vlkodlak), Serbia/Montenegro/Bosnia (vukodlak), Rusia (vourdalak), Ucrania (vovkulak (a), vurdalak(a), vovkun), Croacia (vukodlak), Polonia (wilkolak), Rumania (varcolac, priculici), Macedonia (vrkolak), Escocia (werefolf, wulver), Inglaterra (werefolf), Irlanda (faoladh o conriocht), Alemania (werfolf), Holanda (weerwolf), Dinamarca/Suecia/Noruega (varulv), Noruega/Groenlandia (kveld-ulf, varúlfur), Galicia (lobisón), Portugal/Brasil (lobisomem), Lituania(vilkolakis y vilkatlakis), Letonia (vilkatis y vilkacis), Andorra (home llop), Hungría (vérfarkas y farkasember), Estonia (libahunt), Finlandia (ihmissusi y vironsusi), e Italia (lupo mannaro). En Europa del norte también ha historias acerca de gente que se transforma en animales como osos así como lobos.

Los hombres lobo en la tradición europea a veces eran pueblerinos inocentes y temerosos de Dios que sufrían por la hechicería de otros, o simplemente por un destino desafortunado, y quienes, como lobos, se comportaban de manera muy conmovedora al proteger a sus benefactores humanos. En el poema de Marie de Francia Bisclavret (aprox. 1200), el noble Bizuneh, por razones no explicitadas en la obra, se transformaba en lobo cada semana. Cuando su traidora esposa robó la vestimenta que necesitaba para volver a su forma humana, tuvo que escapar de la persecución del rey y pedirle misericordia para luego terminar siendo su compañero. Su comportamiento en la corte era tan gentil que cuando su esposa y su nuevo marido aparecieron en la corte, su violento ataque hacia la pareja fue considerado justo, y entonces la verdad fue revelada. Otras historias de este estilo incluyen a William y el Hombre Lobo (traducido del francés al inglés cerca del 1350), el cuento de hadas alemán Marchen, en el cual varios aristócratas son transformados temporalmente en bestias.

Las leyendas de ulfhednar mencionadas en la saga Vatnsdoela, Haraldskvaeoi, y la saga Volsunga encuentran semejanza con las leyendas de hombres lobo. Los ulfhednar eran soldados parecidos a los bersekers, quienes se disfrazaban con pieles de osos y decían canalizar los espíritus de esos animales para ganar más efectividad en la batalla. Estos guerreros eran muy resistentes al dolor y mataban con crueldad en batalla, como los animales salvajes. Los elfhednar y los bersekers están muy relacionados con el dios nórdico Odín.

La Lupa (She-Wolf)

La Lupa es una de las representaciones mitológicas de una Deidad Triple, según lo demostrado por su maternidad triádica, en numerosos cultos antiguos.

Se dice que ella dotó de tres almas a su hijo, el legendario rey Erulus o Herulus, de modo que cuando Evander lo derrocó, éste tuviera que matarlo tres veces.

Es también la mítica madre de Rómulo y Remo, los fundadores de la ciudad de Roma.

Las amazonas, que adoraban a esta diosa triple, contaban con una tribu llamada Neuri, cuyas integrantes se convertían en lobas varios días al año, cuando se celebraba su principal festejo religioso, probablemente usando pieles y máscaras de lobo.

La misma historia se cuenta acerca de cierta tribu irlandesa de Ossory, cuyos miembros se convertían en lobos y organizaban banquetes donde devoraban la carne de ganados como si fueran lobos reales, para luego recuperar su forma humana.

También los eslavos del sur solían frotar a los niños recién nacidos a lo largo de una piel de lobo, diciendo que era la piel de la diosa Lupa.

Incluso después de su conversión al cristianismo, muchos eslavos siguieron creyendo que esta ceremonia era capaz de proteger a los niños del ataque de las brujas.

Pero su propósito verdadero era asimilar al niño al tótem del lobo, como si hubiera nacido por segunda vez de este animal.

Los seguidores de la Lupa dijeron haberla cruzado en una montaña santa, a la que los gitanos llamaron Monte Lupo. Se creía que los hombres jóvenes podían aprender los secretos de la magia celebrando una unión sagrada que consistía en masturbarse sobre la estatua de la diosa y expulsar su semen sobre la misma.

También la Diana de los galos, cuyo aspecto era el de un lobo, tenía muchos fervientes seguidores, en épocas antiguas y medievales. Bajo su nombre totémico de “Lupa” fue considerada la madre de los animales salvajes. Ciertas mujeres parecen haberla personificado en Francia meridional.

Por ejemplo, un trovador provenzal llamado Pierre Vidal escribió un famoso poema de amor a una señora de Carcassonne, cuyo nombre era precisamente Lupa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario